In 1943, Francisco received an unexpected visitor at his ranch in the Hågat district.
It was the interpreter from Saipan in charge of the Hågat district. The interpreter told Francisco he had to go with him to the taicho's house. The taicho was the local military commander, and his name was Takabana.
When they got to Takabana's house, he was told to do some sweeping while Takabana and the Saipanese interpreter conversed in Japanese. Then Takabana left and it was just Francisco and the interpreter.
"You took the gun at Fena, didn't you?" asked the interpreter. Another man from Hågat had informed the Japanese, even though it wasn't true.
Francisco denied it, because he truly hadn't taken any gun from anywhere.
The interpreter told Francisco to stand with his arms in the air, and took a piece of wood and started whacking Francisco's buttocks with the wood, sometimes as far down as the backside of his knees. He hit Francisco so many times, each time asking if Francisco took the gun.
Every time Francisco said "no," the interpreter whacked him again saying, "I'll keep doing this till you admit you took the gun."
In the Japanese system, the accused are guilty till proven innocent. What the Japanese try to do is extract a confession from the accused, even if the confession is made under duress. Thus, further evidence is not so needed and the case can be concluded more quickly.
Francisco still felt the interpreter would relent, but he didn't. Every time Francisco said he didn't take the gun, the interpreter struck him with the board. Unable to take any more of the pain, Francisco finally gave in and said he did take the gun, only so that the beating would stop.
The interpreter put away the board, itself being damaged from all the striking. "Let's go get the gun," he said. On the way to the location where the gun supposedly was, Francisco thought to himself, "He will be even more angry when we get there and I have no gun to turn in." So when he saw the opportunity, Francisco escaped. For two or three days, he wandered in the jungle. His wife got word to him urging him to turn himself in. He did.
He walked to the taicho's office, and the interpreter was there. He said he only told the interpreter that he took the gun so that the beating would stop, but that he had not, in fact, taken it. The taicho and interpreter told him it was okay and to go home.
Another man from Hågat named Román was interrogated on suspicion of stealing karabao. He claimed innocence, but the Japanese considered him guilty because karabao bones were found on his ranch property. He was beaten for several days in a row and was promised the beatings would stop if he confessed. Román said he couldn't confess because he hadn't stolen any karabao.
Takabana, the taicho, said, "Just admit you did it, even if you didn't do it."
Román said, "I admit I stole the karabao, even though I didn't do it."
The beating stopped but Román was then taken to the jail in Hagåtña and locked up for three months then released.
VERSIÓN ESPAÑOLA
(traducida por Manuel Rodríguez)
INTERROGADOS EN TIEMPO DE GUERRA
En 1943, Francisco recibió una visita inesperada en su
rancho en el distrito de Agat.
Era el intérprete de Saipán a cargo del distrito de Agat. El
intérprete le dijo a Francisco que tenía que ir con él a la casa del taicho. El
taicho era el comandante militar local, y su nombre era Takabana.
Cuando llegaron a la casa de Takabana, le dijeron que
barriera mientras Takabana y el intérprete de Saipán conversaban en japonés.
Entonces Takabana se fue y solo se quedaron Francisco y el intérprete.
"Le disparaste a Fena, ¿no?" preguntó el
intérprete. Otro hombre de Agat había informado de eso a los japoneses, aunque
no era cierto.
Francisco lo negó, porque realmente no había tomado ninguna
pistola de lado alguno.
El intérprete le dijo a Francisco que se parara con las
manos arriba, tomó un trozo de madera y comenzó a golpear las nalgas de
Francisco con la madera, a veces hasta la parte trasera de las rodillas. Golpeó
a Francisco muchas veces, cada vez preguntaba si Francisco tomara el arma.
Cada vez que Francisco respondía "no," el
intérprete lo golpeaba nuevamente diciendo: "Seguiré haciendo esto hasta
que admitas que tomaste el arma."
En el sistema japonés, los acusados son culpables hasta que
se demuestre su inocencia. Lo que los japoneses intentan hacer es extraer una
confesión del acusado, incluso si la confesión se hace bajo coacción. Por lo
tanto, no se necesitan más pruebas y el caso puede concluirse más rápidamente.
Francisco todavía sentía que el intérprete cedería, pero no
lo hizo. Cada vez que Francisco decía que no tomara el arma, el intérprete lo
golpeaba con el tablero. Incapaz de soportar más el dolor, Francisco finalmente
cedió y dijo que tomara el arma, solo para que la paliza se detuviera.
El intérprete guardó el tablero, ya que resultó dañado por
los golpes. "Vamos a buscar el arma," dijo. En el camino hacia el
lugar donde supuestamente estaba el arma, Francisco pensó para sí mismo:
"Se enojará aún más cuando lleguemos allí y no tenga el arma para
entregarle." Entonces, cuando vio la oportunidad, Francisco escapó.
Durante dos o tres días, vagó por la jungla. Su esposa recibió noticias sobre
él instándolo a entregarse. Lo hizo.
Se dirigió a la oficina del taicho y el intérprete estaba
allí. Dijo que solo le había respondido al intérprete que tomara el arma para
que la paliza se detuviera, pero que, de hecho, no la había tomado. El taicho y
el intérprete le dijeron que aceptaban su explicación y que se fuera a casa.
Otro hombre de Agat llamado Román fue interrogado bajo
sospecha de robar un carabao. Afirmó su inocencia, pero los japoneses lo
consideraron culpable porque se encontraron huesos de carabao en la propiedad
de su rancho. Fue golpeado durante varios días seguidos y se le prometió que
las palizas se detendrían si confesaba. Román dijo que no podía confesar porque
no había robado ningún carabao.
Takabana, el taicho, dijo: "Simplemente admite que lo
hiciste, incluso si no lo hiciste."
Román dijo: "Admito que robé el carabao, aunque no lo
hice."
La golpiza se detuvo, pero Román fue llevado a la cárcel en
Agaña y encerrado durante tres meses y luego liberado.
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